Etc.
Crónicas urbanas – La odisea del paraguas
¡Hola, amigos! Llegó el otoño por estos lares y, con él, las lluvias, el viento, los resfríos… Salir bajo la lluvia nos da mucha fiaca, pero hay que tomar coraje y hacerlo. Sin embargo, nuestro aliado, el paraguas, no siempre está de nuestro lado. A veces parece que nos juega bromas pesadas y pone a prueba nuestra paciencia.
Crónicas urbanas – Las cachetadas no pasaron de moda
¡Hola, amigos! La entrada de hoy viene un par de días atrasada. Pasa que tenemos un fin de semana gigante y uno pierde un poco la noción del tiempo. Hoy les traigo otra crónica, porque pasan muchas cosas por estos lares. No se asusten por el título, ya verán de qué se trata. Mientras tanto, los invito a conocer un poco más de nuestra realidad argentina.
Crónicas urbanas – A la deriva
¡Hola, amigos! Suelo publicar una vez por mes estas crónicas, pero el tema de hoy no podía esperar. Suelo también poner notas de humor e ironía, pero el tema de hoy me enoja mucho. Espero sepan disculpar.
Crónicas urbanas – Hace calor… ¿Y qué?
¡Hola, amigos! Seguimos buscando situaciones que nos identifican como habitantes de las ciudades. A veces son aparentemente ilógicas, pero todo tiene su explicación. Los dejo con el relato.
Hacen 37° centígrados. Es sábado, un poco antes del mediodía. La gente se acuerda de ir al cajero automático a sacar dinero justo a esa hora, porque, como dije, es sábado y los que pueden duermen un poquito más.
Hasta ahí, es la historia de siempre. Los cajeros atestados, muchos ya se han quedado sin plata, por lo que una sola máquina debe dar respuesta a los clientes.
Pero… hace calor, mucho calor.
Llego al banco y, por supuesto, hay cola. Abro la puerta de vidrio y siento la diferencia de temperatura. Afuera hacía calor, pero una brisa lo hacía bastante soportable. Adentro hacía más calor, el calor concentrado de un lugar vidriado, sin aireación y lleno de gente que exhala monóxido de carbono: un invernadero, pero sin plantas.
De inmediato pensé que se estaba mejor afuera y, como ese hallazgo era digno de compartirse, le comenté a la gente de adentro: “miren que afuera no se siente tanto calor, ¿no quieren hacer la fila afuera?”.
Uno piensa que hay una sola forma de pensar, con lógica. Pero la lógica depende también de expectativas, porque ni una sola persona me hizo caso.
Sintiéndome un poco ridícula, me quedé afuera. Disfruté de algo de aire, la brisa en esos casos es una bendición. Y mientras, ya que estaba, reflexioné sobre el asunto. ¿Por qué preferían quedarse adentro pasando calor? Desde adentro podían verme. Yo estaba a la sombra, tranquila, esperando. No les había mentido. Poco a poco fue llegando más gente y se acomodaron detrás de mí, afuera, gracias a que les indiqué que la cola seguía allí.
¿Estarían los de adentro tan cansados que no podían pensar en moverse? ¿Requería demasiado esfuerzo organizarse para salir sin perder el orden de llegada? ¿Pensarían que su espera sería de solo un par de minutos y no valía la pena trasladarse?
La respuesta vino por el comportamiento de la gente de afuera cuando apareció una señora de esas que siempre se meten por aquí y por allí sin pedir permiso, tipo jubiladas, ya sin filtro. La buena mujer se metió por la puerta y parecía que se iba a sumar a la fila de adentro, pasando por alto a todos los que estábamos afuera. De pronto un gran murmullo y agitación “esa señora ¿qué piensa hacer?” se escuchó amenazante.
¡Claro! La gente tiene calor, se pone de malhumor, fastidiosa, pegajosa y de ninguna manera está dispuesta a permitir colados. Que no los hubo, pero podría haberlos habido si nadie hubiera actuado de fiscal de la puerta. Y una cola afuera es un riesgo mortal a la integridad del paciente cliente del cajero, porque no se puede controlar tan fácilmente que nadie se cuele. La paranoia abunda en estas épocas…
En fin… el calor nos trastorna a todos. Yo por suerte no soy planta para meterme en un invernadero. Pero si los demás no tienen problema, respeto su decisión, qué se le va a hacer…
(C) Meg
Crónicas urbanas – El curioso caso del gato de Roberto
¡Hola, amigos! Hoy les comparto este relato basado en una historia real que me contó Carolina, una compañera de trabajo y se desarrolló en un barrio de la ciudad de Buenos Aires. Su narración, pese a lo trágico de algunos sucesos, fue muy divertida y traté de mantener ese espíritu. Los dejo con la historia.
Crónicas urbanas – Tírenme un cable
¡Hola, amigos! Seguimos con las desventuras de vivir en las ciudades, donde pasan cosas que a veces, de tan lamentables, nos causan gracia. Por lo menos ese es el espíritu con el que vengo haciendo estas crónicas. Espero que lo disfruten.
Crónicas urbanas – Ta te ti
¡Hola, amigos! Es época electoral y como no podía ser de otra manera, siempre se da algún que otro contratiempo. No se preocupen, no voy a hacer proselitismo, solo les voy a contar una historia sobre los pormenores de ir a ejercer nuestro deber cívico.
Crónicas urbanas – El bautismo del bote
¡Hola, amigos! Hoy les traigo un relato sobre cosas que pasan en los barrios. Tiene un lado cómico, pero el trasfondo es de una contundente falta de respeto a los vecinos de la ciudad. Ni hablar de preguntar a dónde se van los fondos de los impuestos…
Crónicas urbanas – Quetren quetren
¡Hola, amigos! Hoy les traigo otra crónica de cosas que nos pasan en las ciudades. Esta vez se trata de los trenes. Miles y miles de persona hacen uso de los transportes ferroviarios. Veamos qué sorpresas nos deparan a veces.
Las dos cartas o El mundo es un lugar tibio
¡Hola, amigos! Hoy les traigo una vuelta al romanticismo con la correspondencia de dos seres que parecen tener ideas distintas sobre la vida. Están identificadas como la de él y la de ella, pero pueden ponerle el pronombre que deseen.
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