El florero

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¡Hola, amigos! Esta semana les traigo un cuento corto un poco sentimental. A veces pasan cosas con los afectos que se entretejen con cosas materiales, como es este caso. ¿Qué es un florero? ¿Qué representa? Cada quien le puede dar un significado de acuerdo con su propia experiencia. Los dejo con el relato.

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El uso de las lágrimas

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¡Hola, amigos! La entrada de hoy participa de la convocatoria del mes de El tintero de Oro. En esta ocasión, se trata de escribir un relato que contenga espíritus o espiritistas o casas encantadas. Puede ser un relato de misterio, de terror o, simplemente, contar una anécdota al respecto. La propuesta homenajea a La casa de los espíritus de Isabel Allende, una de mis autoras favoritas. Espero que les guste mi relato.

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El poder de un sueño

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¡Hola, amigos! Los sueños son eventos fascinantes que pueden incluso crear realidades. Todo es cuestión de sugestión y quizás alguna intuición que nos puede servir de alerta y defina la trama. Veamos qué le pasa a esta protagonista.

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Crónicas urbanas – Las cachetadas no pasaron de moda

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¡Hola, amigos! La entrada de hoy viene un par de días atrasada. Pasa que tenemos un fin de semana gigante y uno pierde un poco la noción del tiempo. Hoy les traigo otra crónica, porque pasan muchas cosas por estos lares. No se asusten por el título, ya verán de qué se trata. Mientras tanto, los invito a conocer un poco más de nuestra realidad argentina.

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Crónicas urbanas – A la deriva

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¡Hola, amigos! Suelo publicar una vez por mes estas crónicas, pero el tema de hoy no podía esperar. Suelo también poner notas de humor e ironía, pero el tema de hoy me enoja mucho. Espero sepan disculpar.

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Crónicas urbanas – Hace calor… ¿Y qué?

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¡Hola, amigos! Seguimos buscando situaciones que nos identifican como habitantes de las ciudades. A veces son aparentemente ilógicas, pero todo tiene su explicación. Los dejo con el relato.

Hacen 37° centígrados. Es sábado, un poco antes del mediodía. La gente se acuerda de ir al cajero automático a sacar dinero justo a esa hora, porque, como dije, es sábado y los que pueden duermen un poquito más.

Hasta ahí, es la historia de siempre. Los cajeros atestados, muchos ya se han quedado sin plata, por lo que una sola máquina debe dar respuesta a los clientes.

Pero… hace calor, mucho calor.

Llego al banco y, por supuesto, hay cola. Abro la puerta de vidrio y siento la diferencia de temperatura. Afuera hacía calor, pero una brisa lo hacía bastante soportable. Adentro hacía más calor, el calor concentrado de un lugar vidriado, sin aireación y lleno de gente que exhala monóxido de carbono: un invernadero, pero sin plantas.

De inmediato pensé que se estaba mejor afuera y, como ese hallazgo era digno de compartirse, le comenté a la gente de adentro: “miren que afuera no se siente tanto calor, ¿no quieren hacer la fila afuera?”.

Uno piensa que hay una sola forma de pensar, con lógica. Pero la lógica depende también de expectativas, porque ni una sola persona me hizo caso.

Sintiéndome un poco ridícula, me quedé afuera. Disfruté de algo de aire, la brisa en esos casos es una bendición. Y mientras, ya que estaba, reflexioné sobre el asunto. ¿Por qué preferían quedarse adentro pasando calor? Desde adentro podían verme. Yo estaba a la sombra, tranquila, esperando. No les había mentido. Poco a poco fue llegando más gente y se acomodaron detrás de mí, afuera, gracias a que les indiqué que la cola seguía allí.

¿Estarían los de adentro tan cansados que no podían pensar en moverse? ¿Requería demasiado esfuerzo organizarse para salir sin perder el orden de llegada? ¿Pensarían que su espera sería de solo un par de minutos y no valía la pena trasladarse?

La respuesta vino por el comportamiento de la gente de afuera cuando apareció una señora de esas que siempre se meten por aquí y por allí sin pedir permiso, tipo jubiladas, ya sin filtro. La buena mujer se metió por la puerta y parecía que se iba a sumar a la fila de adentro, pasando por alto a todos los que estábamos afuera. De pronto un gran murmullo y agitación “esa señora ¿qué piensa hacer?” se escuchó amenazante.

¡Claro! La gente tiene calor, se pone de malhumor, fastidiosa, pegajosa y de ninguna manera está dispuesta a permitir colados. Que no los hubo, pero podría haberlos habido si nadie hubiera actuado de fiscal de la puerta. Y una cola afuera es un riesgo mortal a la integridad del paciente cliente del cajero, porque no se puede controlar tan fácilmente que nadie se cuele. La paranoia abunda en estas épocas…

En fin… el calor nos trastorna a todos. Yo por suerte no soy planta para meterme en un invernadero. Pero si los demás no tienen problema, respeto su decisión, qué se le va a hacer…

(C) Meg

Una noche más

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¡Hola, amigos! Hoy participo en el nuevo reto de El tintero de oro. En este mes la propuesta es: escribir un microrrelato de 250 palabras donde la música sea un personaje más del relato, un elemento indispensable o el eje sobre el que se articule. Y claro, hay tantas bellas canciones. Yo les traigo una de Phil Collins que es uno de mis cantantes preferidos. Espero que les guste.

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Las mariposas negras

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¡Hola, amigos! Hoy les comparto un micro que es, a la vez, una leyenda. Muy romántico, por cierto. Aunque no deja de tener una pizca de tristeza. Los dejo con el micro.

Cuenta la leyenda que Alina, una mujer que se casó muy joven, enviudó siendo apenas un poco mayor que una adolescente. Su tristeza fue tal por la muerte de su amado Silvio que se quedó sentada en un sillón y permaneció así hasta que ella misma exhaló su vida.

Gente de su pueblo la encontró y la quiso despertar, pero ella ya había partido hacia la tierra de los muertos, dondequiera que esto se encuentre.

Poco tiempo después, una nueva variedad de mariposas negras apareció por el pueblo. Volaban de dos en dos, como felices parejas en cortejo.

Alguien creyó ver a la joven en los ojos de la mariposa. Alguien más reconoció su mirada, otro reconoció el color del cabello de su marido muerto.

Hoy, quienes visitan el pueblo, pueden ver en la entrada las estatuas de las mariposas bebiendo de una fuente. Allí, todas las jóvenes que están por casarse van a pedir un deseo.

(C) Meg

Vidas inventadas – Porque necesitás un amigo…

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¡Hola, amigos! En el día de hoy, les comparto un relato que es un poco triste. Se trata de un personaje que lleva al exceso su necesidad de otro. Un otro que es visto a través de una lente que distorsiona y mensajes que no se entienden. Espero que les guste.

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Crónicas urbanas – El curioso caso del gato de Roberto

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¡Hola, amigos! Hoy les comparto este relato basado en una historia real que me contó Carolina, una compañera de trabajo y se desarrolló en un barrio de la ciudad de Buenos Aires. Su narración, pese a lo trágico de algunos sucesos, fue muy divertida y traté de mantener ese espíritu. Los dejo con la historia.

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