Vidas inventadas – Porque necesitás un amigo…

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¡Hola, amigos! En el día de hoy, les comparto un relato que es un poco triste. Se trata de un personaje que lleva al exceso su necesidad de otro. Un otro que es visto a través de una lente que distorsiona y mensajes que no se entienden. Espero que les guste.

Cuando Julián me dijo que no necesitaba a nadie, no le creí. Todos necesitamos a alguien, en mayor o menor medida. Traté de hacerlo razonar, le ofrecí mi compañía, mi oreja, mi tiempo. Pero él estaba muy confiado en sí mismo, tanto que lo probaba a diario no respondiendo los mensajes en el celular.

No soy de las personas que llaman con insistencia. Una, dos, tres llamadas y listo. Tendrás algo más importante que hacer o no estarás con ganas de hablar. Nunca se me cruza por la cabeza que la otra persona no quiera hablar conmigo. No me considero una pesada, mucho menos una stalker, como se dice ahora. Así que no tengo nada que reprocharme.

El asunto es que Julián dejó de responder las llamadas hace un tiempo. Antes, cuando nos conocimos era más abierto. Sabía de él por otro amigo, Esteban, quien hablaba con Julián como hacen muchos hombres, una o dos veces por semana. Con eso les era suficiente para ponerse de acuerdo en alguna juntada para ver fútbol o alguna conversación que mereciera exteriorizarse. Pero eso no alcanza. Con una o dos veces por semana de comunicación ¿quién puede sentirse acompañado?

Esteban es más abierto. Con él se pueden tocar algunos temas, como el de la autosuficiencia y el de la negación. Y es que una amistad, aunque no fuera de muchos años, no se puede agotar así, de un día para el otro, sin mediar un problema, una complicación de algún tipo, una pelea. Y la verdad, en aras de esa amistad, debía insistir en hablar con Julián. Podría estar en problemas, podría venirle bien tener una oreja que lo escuche o una neurona que lo ayude a resolver algún acertijo.

Esta semana lo llamé todos los días. No puedo dejar de sentir que sería de mal amiga no preocuparme por el estado de ánimo de mi amigo. Le dejé mensajes en el contestador. Como suele pasar en esos casos, le dije que bueno, que llamaba para saber cómo andaba y que, si necesitaba algo, que me llamara o que bueno, que luego lo volvería a intentar.

Hoy no pude más y me metí en sus redes sociales. Pasé varias horas mirando sus fotos, comparando los horarios de sus mensajes con los de sus amigos. Atando cabos de cuál había sido su actividad en las redes, a la hora de mis llamadas.

Hace tres horas que descubrí que, cada vez que yo lo llamaba, él estaba sacándose fotos con otros amigos. Si no era Esteban era una de las gemelas o la compañera de trabajo con la que va al gimnasio.

Hace un rato, llamé a Esteban para que me aclarara algo. ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué Julián no me respondía, si solo estaba preocupada? ¿Por qué él decía que no necesitaba a nadie? ¿Qué le costaba responderme para que yo me tranquilizara?

No entiendo la respuesta de Esteban. Me dijo que Julián no quería atenderme más, que estaba cansado de que lo persiga. Que no sabía cómo decírmelo, que ya lo había intentado varias veces. No entiendo por qué diría tal cosa, si siempre es tan educado, tan correcto, tan respetuoso, aunque le cueste tanto acercarse… No, seguro que Julián está pasando por un mal momento. Es tan feo no tener con quién hablar. Solo debo darle tiempo. Él solo se va a dar cuenta de que soy la mejor amiga que tuvo. Él solo va a volver a llamarme. Debo esperar un poco. Sí. Dejaré pasar unos días. Tal vez un par de días, para que recapacite y me responda.

(C) Meg

5 comentarios sobre “Vidas inventadas – Porque necesitás un amigo…

    Nuria De espinosa escribió:
    24 febrero, 2024 en 10:49 am

    Hay personas que no valoran la amistad. Buen texto. Abrazos

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    Josep Ma Panadés escribió:
    24 febrero, 2024 en 10:58 am

    Precisamente ayer, una amiga nos contaba a mi mujer y a mí que no entendía que había podido pasar para que una amiga suya, con la que frecuentaba y salía mucho, incluso de viaje, se hubiera enfriado tanto como para no reparar en ella ni saludarla cuando se cruzaban en la calle. Como no se había porducido ningún desencuentro, no sabía cómo interpretat ese alejamiento. Yo le dije que por qué no se lo pregutaba abiertamnete cuando la volviera a ver, y me respondió que no quería ponerla en un aprieto, que cuando ella quisiera ya volvería a hablar con ella. Me pareció acertado, aunque no sé qué habría hecho yo en la misma situación.
    En tu relato, en cambio, la protagonista no parece ser consciente que su actitud, rayando la obsesión, puede llegar a agobiar a su amigo. En la amistad se debe mantener una flexibilidad en las dos direcciones, no obligar al otro, o a la otra, a corresponderte del mismo modo y con la misma insistencia.
    Un abrazo.

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      mireugen respondido:
      24 febrero, 2024 en 12:43 pm

      Hola, Josep. La protagonista no recibe los mensajes que le da el supuesto amigo. A veces esos mensajes, por no herir al otro, no son lo suficientemente claros. Y la obsesión de ella no ayuda.
      Un abrazo

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    amaialarrea escribió:
    20 marzo, 2024 en 8:31 am

    Hay personas, que en ciertos momentos de la vida necesitan estar más aisladas y solas y los amigos, que se supone que le conocen, debieran de respetar.
    En este relato, la amiga se impulsa por su propia necesidad claramente.
    Aplausos y abrazo.

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