Crónicas urbanas – A la deriva

Posted on

¡Hola, amigos! Suelo publicar una vez por mes estas crónicas, pero el tema de hoy no podía esperar. Suelo también poner notas de humor e ironía, pero el tema de hoy me enoja mucho. Espero sepan disculpar.

¡Qué llueva! ¡qué llueva! ¡la vieja está en la cueva!

Lejos quedaron los graciosos cánticos de nuestra infancia. Lejos, tan lejos como las promesas de algunos políticos que aseguraban cuidar de su pueblo. Porque, si bien es cierto que las lluvias que se vertieron sobre estos pagos las últimas semanas fueron inusuales, no es posible que pueblos enteros y algunas partes de algunas ciudades hayan sucumbido a grandes inundaciones. No, corrijo, no debería pasar, porque la ingeniería ha avanzado mucho, pero posible lo es, ya ven que ocurrió.

Suelo poner un poco de ironía en estas crónicas, pero no es el caso, porque en la televisión pasaron unas imágenes que me dolieron profundamente. Esto ocurrió en la provincia de Entre Ríos, en un pueblo en el que los vecinos se conocen. El dueño de casa recibió a la periodista con el agua llegándole a las rodillas. Mientras recorrían la casa, mostraban los muebles y artefactos eléctricos elevados sobre ladrillos para que no se estropearan. Y el hombre mostró su habitación, con la cama también elevada, donde dormía como si estuviera en un bote.

El hombre no dejó su casa. Se quedó ahí, firme, al pie del cañón, cuidando lo poquito que tenía. El adentro y el afuera se veían hermanados por el nivel del agua. Algunos chicos pasaban en sus canoas salpicando inocencia. Madres avanzaban por el agua, llevando a sus pequeños colgados sobre su espalda para que no se mojen. Y mientras, el perro de aquel hombre, flotando sobre una tabla junto a la puerta, cuidando y confiando en su amo, esperaba con paciencia infinita porque se la supo ganar.

Luego vendrán las alimañas que saben nadar y la gente va a tener que cuidarse no solo del agua sino de alguna picadura o mordedura fatal. Porque en ciertas zonas hay víboras y otras yerbas.

Uno puede tratar de leer el pensamiento de la gente, pero eso no es posible. Tal vez, si me pasara a mí, me preguntaría si los que deciden dónde hacen las obras me olvidaron o simplemente solo importaré el día que tenga que emitir un voto. Ese día vendrán con grandes soluciones como unas ojotas que no resbalan o un salvavidas con cabeza de patito.

Y mientras, somos como el perro de aquel hombre, que sigue flotando sobre una tabla junto a la puerta, cuidando y confiando en su ¿amo?, con paciencia infinita, mucha más de la que se merece.

(C) Meg

3 comentarios sobre “Crónicas urbanas – A la deriva

    BlogTrujaman escribió:
    23 marzo, 2024 en 7:41 pm

    Hola Mirna.

    Es lamentable lo que ha pasado, pero mucho más lamentable es que no es la primera vez y no será la última, porque lluvias seguirá habiendo, mayores o menores, pero habrá y las promesas electorales seguirán siendo papel mojado (nunca mejor dicho).

    ¿Qué tiene que pasar para que los gobernantes se den cuenta de que tienen que solucionar los problemas de los gobernados?

    Un abrazo.

    Me gusta

      mireugen respondido:
      24 marzo, 2024 en 11:45 pm

      Coincido, es desesperante ver a la gente sufriendo una y otra vez los mismos problemas. Y los gobernantes pensando en sus vuelos al Caribe o al Mediterráneo.
      Encima luego se jubilan con jubilaciones de privilegio, solo por ocupar una banca y transar con otros por más privilegios.
      Un abrazo

      Le gusta a 1 persona

Deja un comentario