Retratos – La vecina de la pensión

Posted on Actualizado enn

Imagen relacionadaElla tiene una trenza larga y gorda bajando por su espalda como una promesa. Eso la hace inconfundible, como la sonrisa siempre dispuesta a una palabra amable, a una palabra piadosa. A veces es enfermera, otras junta cartones. Otras más limpia por ahí alguna cosa que le piden. La cuestión es sobrevivir, se dijo un día y cuenta billetitos de a diez que fue juntando para pagar el alquiler de su pieza.

Vive en una pieza de dos por dos muy limpita y prolija. Un rosario colgando en la pared. Una foto antigua en otra. Un montón de papeles en un estante. Todavía los guarda. Son para hacerle juicio a los que la despojaron de su casa hace años. Pero eso no avanza y la resignación se tiñe de hoja amarilla.

Todas las mañanas anda y anda, tiene una madre en algún lado. A sus cincuenta y pico todavía tiene la fuerza intacta para recorrer en bondi la zona, en busca de turnos de médicos, trámites y otras cosas.

La tarde la encuentra lavando las ropas dignas que ha recibido de un donativo, de alguien que se ve que las cuidaba sin saber que podrían tener otra vida. Cruza unas palabras con sus vecinas, tiene una forma de hablar muy educada, usando palabras apropiadas para todo, se nota que se ha cultivado. A veces se detiene a hablar por rato largo, necesita que la escuchen.

Las siete de la tarde son el preámbulo de su otra vida. En una esquina, junto a la barrera del tren, se congregan unos cuantos que vinieron sorteando las horas del día con un bizcochito. Y a esa hora ya pica el bagre barrigón que les hace sonar las tripas. Un día fideos, otro día arroz, y vuelta fideos y porotos. Y se arma jolgorio el día en que aparecen unas manzanas, o peras o naranjas.

La noche es su cómplice. Allí comienza el otro periplo. Cartones, latas, otras menudencias que se canjean por peso y por unos pesos.

Con un carrito recorre las calles, esquiva porque conoce todos los agujeros. Ya tiene una zona, sus colegas se cuidan de eso. Y el fin de la búsqueda es en una esquina, donde una camioneta levanta los cartones apilados y deja un vuelto. Y a las tres de la mañana cae rendida con la última sonrisa. Tal vez algún día llegue al colchón nuevo.

Meg © Todos los derechos reservados

8 comentarios sobre “Retratos – La vecina de la pensión

    talirosu escribió:
    14 julio, 2018 en 12:29 pm

    Que triste historia. Desafortunadamente la historia de muchas.😟

    Me gusta

      mireugen respondido:
      14 julio, 2018 en 12:34 pm

      Sí, es triste pero también muestra que hay gente que lucha día a día y no pierde las esperanzas. Por esa gente vale la pena trabajar para que las esperanzas no sean vanas.
      Saludos

      Le gusta a 1 persona

    Marcela gallardo escribió:
    14 julio, 2018 en 12:41 pm

    Una historia dura que se ve mucho lamentablemente, conocí en mi ciudad hace muchos años una señora así, sumada la locura también, claro.escribia permanentemente y leía, .entre sus bar5ulos había un balde solo dedicado a sus papeles y libros viejos solo una observación, suprimiría ropa ya que está 2 veces muy juntas al igual que ppalabras , un gusto leerte, saludos.

    Me gusta

      mireugen respondido:
      14 julio, 2018 en 12:43 pm

      Gracias Marcela por compartir tu propia experiencia. Ahora corrijo, no me había dado cuenta de ese detalle que comentás.
      Un gusto tenerte por mi blog.
      Un abrazo
      Mirna

      Me gusta

    Néstor Ravazza escribió:
    14 julio, 2018 en 1:35 pm

    Una belleza este relato. Magnífico en su sencillez y ciertamente real en muchos lugares del mundo.

    Me gusta

      mireugen respondido:
      14 julio, 2018 en 1:48 pm

      Muchas gracias, Néstor. Es muy real. A veces no lo vemos pero existe ¿no?

      Me gusta

    David Rubio escribió:
    16 julio, 2018 en 10:36 pm

    Un relato que nos muestra a un personaje al que la vida lo ha llevado a sobrevivir no solo con su fuerza, sino con su imaginación. A veces pensamos que deben pasarnos muchas cosas para llegar a situaciones como las que muestras, creo que no hacen falta demasiadas. Solo hace falta que se nos rompa en el pilar que verdaderamente nos sostiene. Un fuerte abrazo!!

    Me gusta

      mireugen respondido:
      16 julio, 2018 en 10:45 pm

      Gracias, David. Tu apreciación es cierta, a veces es una cuestión de que se quiebre algo interno o tal vez se produzca una decepción muy grande. Sin embargo hay una fuerza en el fondo que la hace salir a luchar, la adversidad se tiñe a veces de problemas, de mal tiempo, de escasez, La fuerza la impulsa a llevar la frente en alto.
      Un abrazo!

      Me gusta

Deja un comentario