La dama Silencio

Cualquiera diría que Silencio es una dama que se viste de blanco. Nada para decir, nada para mostrar.

Sin embargo, Silencio es una dama y como tal sabe vestirse para la ocasión.

En la paleta de Silencio están todos los colores, puede parecer blanco pero como la luz se van alternando como si fuera una lámpara de discoteca el rojo, el blanco, el violeta…

Y la paleta es inquieta, los colores juegan, se unen para formar otros nuevos. Hay cientos de ellos. Cada cual más hermoso, cada cual más imaginativo.

Silencio propicia la actividad, los colores se expanden como globos y se abrillantan. Silencio también propicia la introspección, los colores se concentran, se intensifican y laten con más fuerza.

Dicen que hay colores mejores que otros, el negro goza de muy mala prensa, el rosa está sobrevaluado y al celeste se lo ve con desconfianza. Suelo pensar que no hay nada malo en ningún color. Lo malo es que esté solo. Imaginen un cielo sin sol, una noche sin estrellas…  Pero Silencio a veces juega con esos plenos, por un rato, hasta que se cansa y busca un arcoíris.

Y cuando la dama Silencio quiere impresionar dota a los colores de un aura, un brillo que no es de este mundo. Es cuando entre la actividad y la introspección surge una ilusión. Entonces los colores adquieren una apariencia soñada y la dama Silencio brilla en su traje como nunca, como un caleidoscopio.

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