Mirada verde

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Libros que se pueden plantar para que crezca un árbolHabía tenido una mañana tranquila de esas que se alargan en bostezos y cabeza despistada. El jardín se empezaba a beber el sol y una abeja se había alejado de su grupo y andaba dando cabezazos contra el vidrio de una ventana. Tengo pocas flores en el jardín, es una fiesta de verdes más que nada. Me gusta la imagen de hojas de distintas hechuras y consistencias.

A lo lejos sonaba una radio remolona y ya se veía el movimiento del colgar de ropas en las sogas de los fondos de las casas.

Y de pronto… un zumbido tremendo, seguido de un crujido, un estruendo, una sacudida.

La sombra del fondo, la frescura, la paz que transmitía ese viejo árbol, se vio quebrada, mutilada. Las plantas que crecían a su fresco se vieron inundadas de luz y calor en exceso. Posiblemente se marchitarían pronto.

Fue un golpe duro, perder el centinela de las horas de mayor calor en el verano. Comenzaba a derramar una lágrima por él, por mí, por los ratos de lectura al aire libre y los momentos de mirada perdida por los cielos y los techos del vecindario. Por los nidos de jilgueros en las ramas altas, las hormigas enfiladas y las hojas navegantes de ese pequeño río negro.

El ruido se detuvo. Y con ello volvió la esperanza. Tal vez no lo cortaran por completo, tal vez algo de su esencia continuara. Puse una silla junto a la medianera. Me asomé a la casa de mi vecina. No quería inmiscuirme en asuntos ajenos pero esa situación era excepcional.

La miré. Ella estaba contemplando la obra. El hombre con la sierra en la mano le preguntaba por dónde más continuar. Me devolvió la mirada. Atinó a preguntarme si me molestaba el ruido. Le respondí que no, que tan solo esperaba que no cortara todo el árbol. No dije nada de mi corazón estrujado.

Me volvió el alma al cuerpo cuando dijo que solo estaba cortando las ramas más altas para evitar que rompieran un cable. La tecnología a veces no se lleva bien con la naturaleza. Le agradecí que no me quitara ese remanso de sombra fresca y me volví para mi casa.

El árbol brotó con más fuerza este verano. Agradecido, devolvió una sombra clara y reconfortante.  Ahora mismo tengo los ojos verdes de tanto mirarlo.

10 comentarios sobre “Mirada verde

    María escribió:
    6 noviembre, 2016 en 9:03 am

    Precioso. Me ha encantado. Un remanso de paz, un refugio de naturaleza.
    Un besillo.

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      mireugen respondido:
      6 noviembre, 2016 en 10:08 am

      Me alegra que te haya gustado.
      Un besito, María

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    Mamen Piriz García escribió:
    6 noviembre, 2016 en 10:04 am

    Precioso relato a ese remanso de paz verde. Un abrazo

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    felicidad990 escribió:
    6 noviembre, 2016 en 2:33 pm

    DIOS SIMPLEMENTE BELLO, AGRADESCO DE CORAZÓN QUE ME PERMITIERAN LEER COSAS TAN ESPLÉNDIDAS, NO ENCUENTRO PALABRA ALGUNA PARA TAN BELLEZA .
    EN POCAS PALABRRAS SE DISTINGUE POR SU HERMOSURAS .

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    Estrella Amaranto escribió:
    7 noviembre, 2016 en 5:52 pm

    Te ha quedado un texto muy poético, donde el amor y respeto a la naturaleza está presente en el este paisaje donde «el centinela» sufre un pequeño susto ¡menos mal que quedó ahí la cosa y la vecina solo quería podar unas ramas! 😉
    Gracias, Mirna por compartir tus bellas letras y dejar tu huella en mi blog (reconozco que ya te iba echando de menos por allí).
    Un abrazo.

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      mireugen respondido:
      8 noviembre, 2016 en 12:52 am

      Muchas gracias, Estrellita. Pido disculpas por no poder pasar mas seguido, pero siempre disfruto el rato de leerte. Un abrazo

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    Fabio Descalzi escribió:
    24 diciembre, 2016 en 12:47 pm

    Hermoso relato. Un saludo desde #TextosSolidarios y ¡feliz Navidad!

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      mireugen respondido:
      24 diciembre, 2016 en 2:33 pm

      Muchas gracias, Fabio. Honrada de poder colaborar con ustedes.
      Feliz Navidad y Feliz Año!

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