El problema del erizo

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¡Hola, amigos! Hoy les traigo un relato que espero se gane unas sonrisas. Sé que el título puede hacer pensar en una cuestión filosófica, pero en este caso, me la he tomado con humor. Espero que les guste, los dejo con la historia.

Me han comparado con muchos animales. Me han dicho alguna vez que estaba gorda como una vaca o que comía con modales de un cerdo. También que caminaba como pato o que reía como hiena. No crean que soy deforme. Muchas veces, las comparaciones son exageradas a propósito, por gente que cree que una imagen vale más que mil palabras y quieren que mi mente se vea sacudida por alguna de estas comparaciones terroristas, para reaccionar rápidamente según el criterio de ellos.

Como venía diciendo… Me han comparado con muchos animales. ¡Pero nunca antes me habían hablado de un erizo! ¡Animal tan desconcertante!

La cuestión, como decía, era que últimamente venía comiendo como un pajarito y bailando como los hipopótamos de Fantasía, todo ello debido a que el amor había llamado a mi puerta y me había llenado de mariposas la panza.

No importa. La verdad, no importa. Me pueden comparar con el animal que gusten, no me voy a ofender. El bulling me entra por un oído y me sale por el otro. Pero… ¿en serio?

Sí, ya sé, no entienden nada, y eso es porque no les dije nada aún. Es que la comparación me ha dejado atónita, sin respuesta y con un enorme espacio en blanco en la mente. Ese hombre, ¡ese hombre! del que me había enamorado me dijo que debía comportarme menos como osa y… ¡más como un erizo!

¿Qué tiene este noble animal que de tan miedoso se cubrió de púas? ¿Acaso mi amado me estaba sugiriendo que me pusiera a la defensiva con él? No. Eso no tenía ningún sentido. La frase debía explicarse por contraposición. El oso es un animal al que le robamos los abrazos. Sentimos que un abrazo de oso es algo protector, cálido y fuerte. Me estaban pidiendo que me alejara, que me distanciara lo suficiente, que me imaginara rodeada de púas, para no herir al otro erizo que tenía al lado. ¿Él se consideraba un erizo? Eso me preocupó.

Cuando el cariño se convierte en una púa, estamos en problemas. Así que me pregunté ¿por qué he de comportarme como alguien que puede herir con su cercanía? ¿Acaso el erizo no se acerca lo suficiente? ¿Cómo hacen las parejas de erizos? ¿No procrean juntos?

Me sumergí en la Internet para averiguar un poco más sobre el comportamiento de este pinchudo animal. Ya que me pedían que me comportara como uno, quise saber a qué me estaban proponiendo parecerme.

Los erizos no están todo el tiempo con sus púas erizadas, dispuestas a atacar. No. Son capaces de “planchar” sus púas cuando la situación lo amerita. Así que… quien me propuso que me comporte como tal, en realidad, no sabía que hay un tiempo para cada cosa. Hay un tiempo para confiar y un tiempo para desconfiar. Hay un tiempo para amar y cuidar y un tiempo para pelear. Poco a poco me fui haciendo a la idea. Me quedé un poco más tranquila con la cuestión del erizo. Al fin y al cabo, no fue una comparación tan fea, pobres erizos, usarlos para disuadirme de ser cariñosa. Sin embargo, pensar en los erizos me hizo recapacitar bastante sobre la persona que me había hecho la sugerencia. Si para él ser un erizo era sinónimo de estar a una distancia prudente y no poder darnos calor acercándonos lo suficiente, estaba claro que no comprendía a los erizos. Así que, sin dudarlo, le dije que yo prefería a los hombres que no se comportan como un avestruz. Y salí corriendo de allí, tan rápido y libre como una liebre.

(C) Meg

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10 comentarios sobre “El problema del erizo

    Cabrónidas escribió:
    18 marzo, 2023 en 11:35 pm

    Cabe la posibilidad de que vuelva a ti arrastrándose como una lombriz.:)

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      mireugen respondido:
      18 marzo, 2023 en 11:46 pm

      jajaja No es una historia propia! Pero me gusta esa imagen, es acorde a la historia. Un abrazo

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    Josep Ma Panadés escribió:
    20 marzo, 2023 en 8:32 am

    Juraría que dejé un comentario, pero no sé qué ha sido de él y soy incapaz de reproducirlo. El caso es que no hay que hacer caso de las opiniones ajenas procedentes de personas que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el suyo. Más vale alejarse de ellos y sentirse satisfecho con lo que uno es.
    Un abrazo.

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      mireugen respondido:
      20 marzo, 2023 en 11:36 am

      Así es, Josep. Sobre todo de los que ven todo mal. Un abrazo

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    María Pilar escribió:
    21 marzo, 2023 en 3:35 pm

    Me ha encantado, Meg, yo también habría salido corriendo como la protagonista.
    Un abrazo!

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    Doctor Krapp escribió:
    23 marzo, 2023 en 4:44 pm

    Hace unos días comparé a alguien muy cercano con un erizo porque a veces parece que no responde a estímulos exteriores. En realidad todos nos estamos volviendo erizos en un mundo que nos quiere aislados y algo autistas.
    Lo bueno de los erizos es que pueden interactuar al menos con otros erizos y como terminaremos siéndolo todos, quizás tengamos algún remedio.
    Un abrazo

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      mireugen respondido:
      23 marzo, 2023 en 9:00 pm

      Hola, Dr. Krapp. Es muy triste el panorama que pintas. Si todos somos erizos, qué será de los osos, los perros, los gatos, las lechuzas?

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    davidrubios escribió:
    24 marzo, 2023 en 10:02 am

    ¡Hola, Mirna! En la intro mencionas que no es una cuestión filosófica, pero pienso que con este relato has logrado una metáfora con mucho poso. Y eso que mi mente calenturienta me hacía pensar en que el marido, tal vez, hubiera desarrollado cierto gusto sadomasoquista imaginándome una imagen literal del mismo, je, je, je… Sin duda logras mostrar la diferencia entre la protección y la sobreprotección. Tarde o tempranos debemos enfrentarnos al conflicto en lugar de esquivarlo.
    Es curioso, pero de niño fui bastante gordo, enorme para esos bobos que pretenden reescribir a Dahl, y uno de los apodos que me «gané» fue el de vaca. Desconsideración a la que, por supuesto, respondía convenientemente con toda suerte de calificativos y después tan amigos. Y es que en el fondo, las cosas tienen la importancia que uno le quiera dar. Estupendo relato. Un abrazo!

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      mireugen respondido:
      24 marzo, 2023 en 6:26 pm

      Hola, David. La cuestión filosófica está, solo que me la tomé con humor. Y es como bien decís, en el fondo, las cosas tienen la importancia que uno le quiera dar. Pero para eso uno tiene que tener cierta fortaleza, hay que trabajar esas fortalezas para que no le afecten a uno las burlas.
      Un abrazo

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