Las paredes no oyen, hablan – Cap. 1 – 1ra. parte

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¡Hola, amigos! Hoy comienza una nueva novelita de entrega mensual. En esta ocasión, la protagonista es una peculiar artesana que vive en el departamento contiguo al de un abogado. Alguna vez vi una película con una situación parecida, seguro que les va a sonar. Pero las circunstancias son otras, los personajes son distintos, el final… bueno, no les voy a contar el final. Espero que me acompañen durante este año y que la lectura les resulte grata.

Calle Florida. El centro mismo de la ciudad de Buenos Aires. Una mañana calurosa, de esas que te hacen sentir que no te bañaste, comienza el verano y las quejas infaltables de los que, siendo verano, prefieren invierno, y viceversa. Gente con la mirada perdida en las baldosas, gente mirando vidrieras a alta velocidad, gente con el ceño fruncido quién sabe por qué, camina apretando el paso por la zona comercial, de camino a su trabajo. Las vidrieras se cubren de adornos navideños, todo es rojo, dorado y verde, pareciera haberse perdido el arcoíris en pos de la finura. Tanto verde hay que, hasta los arbolitos, esos seres que despachan papeles color hoja a sus clientes, combinan con el entorno.

─Cambio, cambio…

En medio de todo esto, los comerciantes han visto la aparición de unos seres extraños, molestos, que parecieran hacer caso omiso de las buenas costumbres de las galerías y negocios. Son los manteros, artesanos ambulantes que estacionan en las veredas y algunas calles peatonales.

Helena se había colocado en un extremo de la larga hilera de artesanías. Todos eran conocidos suyos, de la feria del parque Centenario: el tallador de plata, la tejedora, el que esculpía madera, el que pintaba miniaturas, la que inventaba marionetas, el que decoraba remeras y tantos otros. Pero en el parque solo tenían buena venta los fines de semana y decidieron probar suerte en medio de la ciudad. Ese era su primer día allí. Le había tocado un buen lugar, a un costado de un macetero que le permitía sentarse con la espalda recostada sobre el cemento. Los demás tenían ya todo armado. Ella estaba acomodando los sahumerios de forma tal que no recibieran mucho aire para que no se consumieran muy rápido. Además, quería que el aroma saliera hacia adelante, por donde pasaba la gente, para que se sintieran atraídos por la fragancia.

Acomodó todo en varias filas, tenía un gran surtido de aromas. Los más dulces de un lado, los cítricos de otro. El predominante era uno de jazmín, el que más le gustaba a ella, que se mezclaba con uno de madera y lavanda haciendo sentir la sensación de un pequeño bosque.

Miraba pasar a la gente y mientras seguía el trajinar, los pensamientos se le fueron a su casa. Tenía que lograr reunir esa semana el dinero para pagar el arreglo del ventilador. Después vendría la canilla que goteaba, más tarde la mancha de café en la pared de la cocina. Todo parecía estar fallando desde hacía unos meses. En eso estaba cuando una imagen de su novio se cruzó entre los humos. Meses atrás la relación parecía ir bien. Marchaba como cualquier relación en la que no había pasiones desatadas. Pero últimamente el deterioro de su vínculo se fue sumando al deterioro de su casa.

No llegó a terminar el pensamiento porque Tito, el mantero que estaba a su izquierda, pegó un salto y agarró una lona para sacudirla sobre sus sahumerios.

─¿No te diste cuenta de que se te estaba incendiando, mujer? ─dijo con los cachetes acalorados por el esfuerzo repentino.

─No… estaba pensando… ¡Gracias! ─atinó a decir, mientras sofocaba las últimas brasas.

Helena se levantó rápidamente, tirando los sahumerios que aún estaban de pie. Los fue apagando y guardando en la cajita de cartón, mientras una lágrima se le fue secando sobre la mejilla por los rayos de sol que lograban eludir los edificios.

¡Lloraba por su novio o por su pequeño negocio? ¿Quién puede separar el motivo cuando las lágrimas se juntan?

─Me voy, chicos.

─No te podés ir. ¡Recién llegaste! Un tropezón no es caída ─decía Tito.

─Es que se me estropearon los sahumerios. Últimamente todo me está saliendo mal.

─No, nena ─decía Selma─, a nosotros siempre nos sale algo mal. Es cuestión de acostumbrarse.

─¿Acostumbrarse? No puedo pensar en eso. Si me dijeras que la costumbre paga el alquiler…

─No creas, a veces es bueno no ser tan exigente. Vos tenés cara de tener otros problemas. Tal vez algún asunto del amor…

─No engaño a nadie, ¿no?

─Te voy a regalar una tirada de cartas. ¿Ves a Adriana? La de la tiendita que está allá, es amiga mía. Vamos.

Helena se levantó con dificultad. Había estado agachada reuniendo sus cosas. Tito le dijo que le dejara todo allí porque él se lo cuidaría.

Junto a Selma se detuvieron frente al lugar de Adriana, quien parecía jugar un solitario.

─Hola, chicas. Linda mañana ¿no?

─Hermosa ─respondió Selma.

─No diría tanto ─agregó Helena.

─¿Qué podemos hacer por esta chica tan negativa? ─preguntó Selma.

─Le vamos a leer el futuro, parece que lo está necesitando… A veces es bueno saber que lo que nos depara el destino es mejor que lo que estamos viviendo…

─¿Me vas a leer o me vas a inventar un futuro mejor?

─Ah… escéptica.

─Desconfiada. Nunca me gustaron los cuentos de hadas.

─No, nena. Esto es la purita verdad. Vení sentate acá y bajá la cortinita para que no se metan los curiosos.

Adriana comenzó a ubicar el decorado de su mini tienda y acomodó los espejos.

─¿Te molesta que te ponga un espejo? Los espejos tienen una magia muy profunda. Dicen que si se rompen traen mala suerte, no es cierto, es todo lo contrario. La única mala suerte es que después hay que comprar otro.

Helena comenzó a reír.

─Así me gusta, la vida hay que tomársela con buen humor, si no, ¿cómo hacemos para sortear todos los problemas que se nos vienen encima? ¿Cómo hacemos para pagar las facturas de los servicios que se nos duplicaron?

Helena asentía y observaba a esa mujer extraña que parecía una modelo envejecida, pero que conservaba unos rasgos de belleza añejada.

─Yo te voy a decir algo, a mí la vida me ha tratado de todas las maneras posibles, he vivido en el lujo y en la pobreza, pero siempre he salido adelante y la fuerza de un espejo es crucial. Me miro y digo: “me quiero mucho”, esa es la clave para salir adelante. Hay mucha envidia en todos lados, no se puede confiar en cualquiera. Vos lo sabés, tenés cara de que te han envidiado mucho. Pero no te preocupes, como dice el dicho: “no hay mal que dure cien años”.

─Ni cuerpo que lo resista ─completó Helena.

─No pienses en negativo, vas a ver que la vida te sonríe. Sos muy joven, ¿cuántos años tenés?

─Veintiocho.

─Nena, a los veintiocho yo vivía con un hombre que me golpeaba, ahora trabajo en un centro para apoyo a mujeres golpeadas, eso me hace mucho bien. También trabajo en un hogar de lisiados, porque me pasó que este brazo ─se señaló el brazo derecho─, se me había convertido en una morcilla y casi me lo tienen que amputar. Me desplazó el omóplato de un golpe. Después de eso dije: “Diosito te prometo que voy a hacer algo para agradecerte que me salvaste el brazo”.

A ver… cortá el maso. En tres partes con la mano izquierda, hacia la izquierda ─indicó acompañando las palabras con el movimiento de la mano─. Muchos creen que el número cabalístico es el siete ─siguió contando entusiasmada─, en realidad están equivocados, es el tres. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Santísima Trinidad.

Helena escuchaba atenta a las palabras de la mujer.

─Nada es lo que parece, nena. Todos mienten, hay mucha mentira por ahí, de quien menos te lo esperás. Todos creen que la realidad es lo que ven. Nadie conoce la realidad. Te muestran una cosa pero es otra. Mirá lo que muestran en televisión. ¿Vos te creés que la gente es lo que dice?

Helena se estaba poniendo impaciente. Quería que la adivina comenzara a hablar sobre ella. Pero parecía que solo estaba dándole consejos de vida.

─Te voy a decir algo, porque me caes bien, mostrame tu mano.

Helena adelantó la mano derecha sobre la mesa.

─Tenés una línea de la vida muy larga. Vas a ser longeva. Sos multifacética, o lo eras hace tiempo. Sos de las personas que anteponen a los otros a sí mismos. Sos puro corazón. Tenés que ser un poquito más egoísta, pero bien entendido. Hacé como yo que me quiero mucho ─se miró al espejo y se sonrió─. Vas a hacer un par de viajes al exterior, uno te lo van a querer impedir pero no van a poder. No tenés hijos, pero vas a tener muchos hijos del corazón, los chicos te quieren mucho. Esta línea es distinta a la de la mayoría de la gente.

─¿Eso qué significa?

─Que no tenés una vida común como cualquiera. Veamos… ahora vamos con las cartas. Revolvelas con fuerza, yo también las voy a mezclar.

Adriana revolvió un poco más las cartas y luego volvió a formar un mazo.

─¿De qué signo sos?

─Géminis.

─Dicen que los de géminis tienen doble personalidad. No saben nada.

Fue colocando una carta dada vuelta por cada signo del zodíaco, comenzando por Géminis y formando un círculo. Luego volvió hasta la de Aries la dio vuelta y añadió cuatro cartas más.

Su lectura de las cartas se fue sucediendo como si fuera una historia. Al estado  de su situación actual, le siguieron las finanzas y la familia, los proyectos, todo venía bien.

─Interesante, interesante… Esto puede ser un problema… Acá están las espadas.

─¿Qué dice?

─Bueno ─dijo la adivina─, según las cartas, te esperan grandes cambios. Los cambios son buenos, nos plantean decisiones y tomar decisiones hace que cambiemos nosotros y nos reactivemos. Pero… cómo te cuesta cambiar… Aquí, ¿ves estas espadas?, significa que tendrás que dar lucha, no tenés que aflojar. Los oros… tenés el 5 de oro al derecho, eso es bueno, muy bueno. Significa que van a venir momentos de triunfo y felicidad. Hay quienes dicen que es bienestar económico, para mí es felicidad. Hay que prepararse para eso, uno siempre piensa que se tiene que preparar para lo malo, pero también hay que prepararse para lo bueno. Porque si uno está mentalizado en que le van a ocurrir cosas malas, no alcanza a ver lo bueno, cuando ocurre.

─¿Y esos otros oros?

─Esta sota de oro, en tu presente, está invertida. Tenés que tener cuidado con tu pareja actual. No vas bien. Mejor ir pensando en un cambio. Este dos de copa dice lo mismo. Y este cuatro de copas que también está al revés, me dice que, en realidad tu situación no es agradable, que sería mejor que terminara. Esta espada lo confirma.

Helena la miraba con incredulidad, pero con ganas de creer, como todos los que empiezan a sentir un poco de desesperación y necesitan un refugio. Selma le hacía gestos desde afuera para que escuchara a la adivina.

─Mirá, acá apareció lo que estaba esperando… el nueve de copas, este es la garantía de que todo va a salir bien. Y acá está el as de espadas al revés. ¿Ves, linda? Todo va a andar bien, tendrás cambios y la energía suficiente para llevarlos a cabo. Y un as de bastos. ¡Nada podría ser mejor! Creo que hoy empieza tu nueva vida. Tené presente lo que dije antes, hay que estar preparado para lo bueno, casi tanto como para lo malo. Pensalo.

─Gracias, Adri ─dijo Selma metiendo la cabeza en la tienda─, yo sabía que era una buena idea venir a consultarte. ¿Vamos, Helena? ¿Querés hacerle alguna pregunta?

─No, yo estoy sorprendida. ¡La verdad es que me dan ganas de darle un beso! Esta mujer me ha alegrado el día. Este y algunos más en el futuro, espero.

Adriana se levantó y le dio un beso, también una palmadita en la espalda. Helena sintió una especie de fuerza, como si la mujer tuviera una especie de energía que la rodeaba. La miró con extrañeza y la otra, al notar el influjo, le devolvió una mirada comprensiva y ambas se despidieron con una sonrisa.

(C) Meg

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6 comentarios sobre “Las paredes no oyen, hablan – Cap. 1 – 1ra. parte

    María Pilar escribió:
    28 enero, 2023 en 10:12 am

    La verdad es que promete. Qué gran comienzo. Los personajes de Adriana y Helena han quedado perfilads y el papel de Selma también. Con ganas de más, Meg.

    Le gusta a 1 persona

    Doctor Krapp escribió:
    31 enero, 2023 en 11:48 am

    Ya eso de la Navidad con calores, me resulta peculiar y entendible. Buen dialogo. Seguiré al tanto.
    Un abrazo, Mirna.

    Le gusta a 1 persona

    JascNet escribió:
    5 marzo, 2023 en 11:52 am

    Jelou again, Meg.
    Me encanta tu forma de narrar, tu estilo de contar. Haces que quiera seguir leyendo y eso es muy importante.
    Los personajes, apenas perfilados, dado que acabas de comenzar, ya empatizan. Vemos a una Helena en plena vorágine de un cambio que le costará y que el destino pondrá cuesta arriba (vengo de la segunda parte y ya sé cositas. ;)). Pero se presagia una bonita lucha con premios por el camino.
    No sé si esa adivina volverá a intervenir en la historia, pero ¡vaya personalidad! Se ve que conoce a la gente y tiene mucho que contar.
    Felicidades. Espero no perderme ningún capítulo y a partir de ahora leerlos en orden XD.
    Muchos ánimos e inspiración para continuar. La historia lo merece y leerte mucho más.
    Un Abrazo.

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      mireugen respondido:
      5 marzo, 2023 en 12:43 pm

      Hola, Jasc qué bueno que el comienzo te resulte atractivo. Espero que la inspiración esté a la altura para continuar.
      Un abrazo

      Le gusta a 1 persona

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