Una promesa

¡Hola, amigos! La entrada de hoy es para hacer los honores al reto del mes de El tintero de oro, de David Rubio. El mismo consiste en escribir un micro, de hasta 250 palabras, en el que el protagonista sea un villano. Menuda tarea, pero tarea divertida, porque ¿quién no ha fantaseado alguna vez con encarnar a un villano a quien le hagan cosquillas todas las reglas? Bueno, espero que mi aporte les guste.

Una promesa es una promesa. Por eso me decidí a llevar a cabo el atraco. Mi amiga me ayudaría y juntas llevaríamos nuestro negocio a lo más alto.

Merodeé la zona por días. Tomé nota de los horarios. Pasé luego del cierre y verifiqué que no hubiera guardia nocturna. También puse atención a las alarmas y otros detalles. Todo estaba chequeado, esa noche sería la gran noche.

En la oscuridad, forcé la cerradura de la puerta y me metí en el local. Comencé a tomar lo que necesitaba. De pronto sentí un siseo. Parecía que alguien se acercaba.

Me escondí detrás de un escaparate. Pequeños sonidos alteraban mi capacidad para darme cuenta si había alguien más. Pasaron dos minutos largos de hielo. Nada. Decidí salir de mi escondite y continuar.

Afuera estaba ella, mi amiga. Esperando con la llave puesta en el encendido del auto. Nada podía fallar.

Seguí cargando la bolsa. De pronto tiré algo de vidrio y alguien gritó: ¡policía! ¡policía! Con el apuro me tropecé con todo lo que tenía enfrente, pero logré llegar a la puerta con mi precioso cargamento.

Terror, adrenalina, terror. Salí corriendo, pero de la esquina asomó un uniformado. Grité: “¡Cruella, vamos!”. Pero ella no me esperó. Encendió el motor y salió disparando.

Arrojé la bolsa a un contenedor de basura. Si me pescaban no tendrían pruebas. Pero las serpientes corales salieron zigzagueando. Allá iban los zapatos y las carteras…

Si no hubiera sido por ese loro maldito…

(C) Meg