Fantasma de niebla

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¡Hola, amigos! Hoy les traigo un micro que puede producirles algo de terror, y si no es así, por lo menos, un escalofrío. Los dejo con la historia.

La niebla y su relación con la geografía - Geografía Infinita
Imagen de Internet

Hay historias que comienzan con una defensa de lo imposible. Buscan la complicidad de quien lee, para que, sobre esa base, lo que sigue sea creíble. No podría decir que no necesito de ayuda para que me crean los sucesos que voy a relatar. Pero no encuentro palabras para defender la veracidad de la historia. Más bien, dejo a la buena voluntad de quien lee, juzgar si lo que digo tiene algo de asidero o si, tal vez, pueda parecer remotamente posible.

Una cueva. Un bosque. Un aullido. Sí, también una luna. Una luna redonda y azul hielo que a duras penas iluminaba el sendero entre mi casa y la cueva. Había llegado hasta allí corriendo, huyendo de algo fantasmal que se había metido en mi casa. ¿Ruidos? ¿Objetos que se movían solos? No. Solo una espesa niebla que se metió de entrometida por la cerradura de la puerta y me comenzó a hacer la vida imposible.

Un fantasma de niebla puede parecer algo ridículo, por lo menos, la exageración de una mente frondosa. Después de todo, la niebla es niebla y nada más. Pero esta… juro que tenía vida, más que vida, tenía intención y se empeñaba en molestarme en cosas aparentemente nimias. Para empezar, nubló la pantalla del televisor, de la computadora y del celular. ¿Cómo se supone que me enteraría de los sucesos del exterior? Me sentí muy frustrada al ver las noticias como cosas lejanas, ajenas a mi entendimiento, metidas en una nebulosa de algodón que no tenía nada que ver con el bello espectáculo celeste.

La vida es un bien preciado, merece la verdad. Pero la niebla fue ocupando el lugar de un filtro que nublaba la realidad del afuera. Lo supe porque todo empezó a sentirse como extraño, como un lejano zumbido de fondo al que el oído se acostumbra y termina por ignorar. Toda la información padecía el mal de la niebla, todo caía bajo el manto de su sospecha. ¿Qué era real? ¿Qué era mentira? Se me hizo difícil distinguir un noticiero de una novela policial a veces, romántica o de humor, otras. Eso por hablar solo de lo que mostraba el televisor, ni qué decir de las noticias de internet. ¿Cuál era la real? ¿Cuál era la buena? Y el celular no se quedaba atrás, su pantalla mostraba a la gente conocida cada vez más lejana como si se hubieran subido a un globo y se alejaran cada vez más entre las nubes.

La niebla fue haciendo su trabajo de hormiga herética. La humedad fría me fue empujando, primero me refugié en algún rincón cálido de la casa y cuando este no bastó, me empujó hacia el exterior. Pero ese afuera era ahora tan desconocido, extraño, extranjero que ya no lo reconocía. Esperaba encontrar esas imágenes de la pantalla, nubladas, diluidas. En cambio, el afuera era tan límpido, tan brillante que lastimaba los ojos como si mirara directo hacia el sol.

No lo pude soportar. Volví a mi casa. Tomé un ventilador y traté de despejar la niebla que lo cubría todo con su manto de piedad innecesaria. Pero ella era más fuerte que yo. Me sentí luchando contra una especie de monstruo acolchado contra el cual rebotaban mis esfuerzos, me sentí impelida hacia la puerta.

Quise resistir. Me ubiqué en cada uno de los puntos de la casa en los cuales ella no podía hacer mella. Rincones, baúles, armarios. Pero ella se colaba por las hendijas, se infiltraba como una inyección de mentiras en dosis dobles.

La niebla molesta y tirana me empujaba de mi propia casa. Así que salí de allí. Comencé a correr. El sol llameantemente rojo del atardecer me cegaba. Las luces me confundían. No sé cómo llegué a un sendero con algo de sombra y seguí por el camino que conducía al bosque.

Caminado se hizo la noche.

Del otro lado de la espesa arboleda estaba el último escondite posible: la cueva donde algún animal habría conseguido un refugio alejado. Atravesé el bosque de contornos azulados. Avancé pese al miedo, acompañada por el aullido de algo que era un perro, pero sonaba a lobo. Se me vino a la mente una frase descolgada del perchero de los recuerdos: homo homini lupus. ¿Por qué pensaba eso? Llegué a la cueva con gran agitación. Me acomodé en un rincón, temblando de frío y desconcierto. Sin embargo, la niebla me siguió y se apropió de la entrada a la cueva. Ahora intento dormir en una cárcel con puerta de barrotes formados por una cortina gris. Tengo las horas contadas. Se respira niebla. Se huele niebla. Se ve niebla. Sigo buscando una salida. Solo se me ocurre una: voy a encender una pequeña hoguera para disipar a mi carcelera. Además, la luz contra la oscuridad, me ayudará a crear sombras. Tal vez alguien las alcance a ver desde lejos. Y si tengo suerte, puede que algo de verdad encuentre en ellas y me libere, antes de que me transforme yo misma en niebla y mi existencia se esfume sin dejar rastros.

(C) Meg

11 comentarios sobre “Fantasma de niebla

    Ana Piera escribió:
    25 junio, 2021 en 12:42 pm

    Hola! Primero pensé que la niebla no era tan mala y obligaba al protagonista a alejarse un poco de la modernidad para que apreciara la naturaleza pero esta niebla en verdad es algo malo. Muy bien escrito, interesante. Hay males y condenas sin explicación. Saludos!

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      mireugen respondido:
      25 junio, 2021 en 4:18 pm

      Hola, Ana! Es una niebla que impide ver, es bastante mala! Muchas gracias por comentar. Un abrazo

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    Mik Way .T escribió:
    26 junio, 2021 en 8:51 am

    Hola Mirna, un excelente relato, que ma ha parecido una genial figura retórica para hablar sobre ese mundo ficticio que crea «la Niebla» a nuestro alrededor, y hace que seamos incapaces de distinguir, lo que es real de lo que no. Me encantó. Saludos, un abrazo¡¡

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    mireugen respondido:
    26 junio, 2021 en 3:49 pm

    Muchas gracias, Mik. Sí, justamente a eso alude el relato, es como una niebla en la que a veces no distinguimos la realidad o creemos que la realidad es una y luego, si tenemos, suerte, se nos revela que es otra. Cada vez hay más voces en los medios, si somos afortunados, damos con alguna que nos permite distinguir las sombras en la caverna. Un abrazo

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    Cabrónidas escribió:
    26 junio, 2021 en 10:40 pm

    A partir de hoy voy a darle más importancia a las luces antiniebla del coche.

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    Doctor Krapp escribió:
    27 junio, 2021 en 6:56 pm

    Vivo en un territorio plagado de nieblas que ascienden de los ríos y de las rías y pueblan los paisajes de figuras fantasmagóricas, a veces cómicas, a veces infernales. No veas el partido que ha sacado a la niebla nuestra vieja mitología rural.
    La niebla es un personaje que revitaliza cualquier historia y nos aísla del mundo pero para llevarnos a otro muy diferente, extraño.
    Buen texto.
    Un abrazo

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      mireugen respondido:
      27 junio, 2021 en 7:01 pm

      Qué lindo lo que cuentas, Dr. Krapp. La mitología es tan rica que nos llena de imágenes y fantasías. Ese mundo del que hablas es un mundo fantástico, pero que se vincula profundamente con los miedos y esperanzas de los pueblos. Un abrazo

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    Josep Ma Panadés escribió:
    29 junio, 2021 en 8:20 am

    Veo que el término terror es muy subjetivo, pues lo que yo he sentido al leer este relato (más que microrrelato) es congoja al sentirme atrapado por una niebla que aparece de la nada. Sea como sea, el suspense está servido.
    Un abrazo.

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      mireugen respondido:
      29 junio, 2021 en 12:47 pm

      Hola, Josep! Sí. Dudé antes de clasificarlo, porque a veces no estoy segura de cómo hacerlo. Opté por el terror, pero sin demasiada convicción. Me alegra que lo notaras, porque así voy afinando el criterio. Un abrazo

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      Tere escribió:
      12 julio, 2021 en 3:38 am

      Felicitaciones primero por el blog y por animarte a compartir tus textos. El tema y la trama muy buenos. Una niebla maléfica. No obstante, para que pueda ser terror, tendrías que adecuar el lenguaje y usar una atmósfera envolvente. Tal como está escrito, pareciera que cuentas una anécdota a un amigo. Te sugeriría recrear la escena, ir contando que hacías en tu casa, cómo así apareció la niebla, cómo era ésta (sin decir que era maléfica o tenebrosa, dar características medio sobrenaturales que vayan dando miedo al lector y/o le permitan inferir que es una niebla maldita), que ésta intentaba ingresar a tu casa (que hasta parecía que te miraba o que tenía vida propia). Cerraste todo pero se las ingenió para entrar por una rendija (o por debajo de la puerta) y, poco a poco, fue adueñandose de tu casa… Podrías revisar los cuentos de Edgar Allan Poe, quien es un maestro para meternos en una atmósfera tenebrosa a través del lenguaje y poco a poco sumergirte en la historia como una hélice descendente. Dale vuelta y te saldrá algo genial porque la trama está buenaza. Éxitos 🙂

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        mireugen respondido:
        12 julio, 2021 en 11:16 am

        Muchas gracias Tere, por pasar por Isla y por tan buen consejo. Trataré de seguirlo. Un abrazo

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