Una nave especial
¡Hola, amigos!
Con este relato participo de esta edición del Tintero… de David Rubio, en homenaje a un muy querido autor de ciencia ficción: Ray Bradbury, y su obra Crónicas marcianas.
Espero que lo disfruten.
La nave espacial había sido diseñada para atravesar el campo de asteroides sin un rasguño. Lo que no estaba previsto era el agujero de gusano que se abría detrás de la cortina espesa de piedras flotantes. Un agujero de gusano no era lo más oportuno para la misión, que se podría llegar a desviar varios años luz de su destino. Pero eso no le importó al comandante Rubic, quien solo quería alejarse de Marte.
En el planeta rojo se había declarado una guerra sin cuartel. Los partidarios de Kun, el líder bactericida, habían esparcido gases que eliminaron las bacterias, primitivos habitantes del planeta. Numerosos científicos se habían opuesto a las medidas sanitarias ya que previeron que la falta de microorganismos sería, a la larga, nociva para los humanos. Pero Kun solo quería un planeta yermo, aséptico. Así lo usaría como punto de despegue de sus misiones de ataque químico a Alfa Centauri. Los opositores, conociendo las intenciones del líder, pronto se sublevaron, lo que se tradujo en una escalada de atentados contra las instalaciones militares que dirigía Kun. Rubic debía traer refuerzos desde Júpiter, para apoyar al líder.
Cuando la nave dejó atrás la atracción gravitatoria de Marte, se internó entre los asteroides y dio con el agujero de gusano, Rubic sintió alivio y esperanza. Se libraba de Kun y volaba hacia un mejor mundo en el que no habría guerras y donde la humanidad podría establecerse dejando atrás las carencias de un planeta devastado. Se había apropiado de la nave más moderna y mejor equipada. Además, se había asegurado de que lo acompañaran tripulantes simpatizantes con su propia causa. Ellos serían la semilla que esparciría un nuevo tiempo de paz y prosperidad.
La entrada al agujero de gusano ocupaba un punto ciego a los radares de Marte. Si bien representaba un reto internarse en él, ya que no había sido suficientemente explorado, confiaba en cierta información de que había un planeta de condiciones habitables.
Cuando Rubic y la tripulación llegaron al otro extremo, se encontraron con un planeta verde cubierto de domos. ¡Estaba habitado! Lanzaron una sonda y se aseguraron de su atmósfera. Luego desembarcaron e iniciaron el reconocimiento a pie, caminando sobre la superficie cubierta por una densa alfombra que parecía animal en lugar de vegetal. Sus pasos quedaban plasmados sobre ella como si el pasto se acomodara para dejarles pisar. Había vegetación, pequeños animales y agua dulce, lo suficiente para su grupo.
Recorrieron varios kilómetros hasta llegar al primer domo. Era un lugar hermoso, iluminado por los dos soles de un sistema binario, uno más rojo y otro más amarillo, que sacaban destellos a la superficie vidriada. Desde fuera vieron algo que los sorprendió: un monumento sobre el cual se erigía una nave. ¡Era la sonda Voyager! Al parecer, había caído en el planeta mucho tiempo atrás.
Los habitantes del lugar, los naríes, eran un pueblo relativamente atrasado en lo que a tecnología concernía. Poseían aeronaves semejantes a avionetas y armas similares a escopetas y cañones. Cuando la sonda cayó en su planeta, la acogieron con sorpresa y curiosidad científica. Sintieron miedo, se sintieron vulnerables al saber que no estaban solos en el universo. Por ello, a partir de la llegada de la sonda, los naríes se esmeraron en lograr nuevas técnicas de comunicación, naves y armas. Ahora estaban a punto de lanzar su primer cohete. Lo llevarían hasta la tercera luna, la más grande, la que les desvelaba las noches con su luz celeste. En el futuro indagarían en el espacio buscando a otros seres vivientes.
La llegada de esa otra nave, la que aterrizó esa noche, sorprendió a todos los naríes. ¡Imaginen la conmoción al ver que venía tripulada! Se organizó una recepción armada. Pero, al ver que los extranjeros no mostraban intenciones bélicas, los invitaron y agasajaron. No comprendían su idioma, tampoco sus gestos. Eran lo suficientemente parecidos a ellos como para considerarlos semejantes, pero lo bastante diferentes como para decidirse a estudiarlos.
En una improvisada lengua de señas los humanos consiguieron que los naríes entendieran que eran pacíficos. Pero el hecho de que portaran armamento en su nave confundió un poco a los nativos, quienes más pronto que tarde decidieron estudiar la forma en que los recién llegados pensaban.
El comandante Rubic nunca se enteró de la forma en que murió: lo alentaron a caminar descalzo sobre el pasto animal y así se quedó dormido para siempre bajo las tres lunas. Su tripulación siguió el mismo destino. Los cuerpos fueron transportados al centro de investigaciones naríes. Todavía no habían desarrollado técnicas avanzadas de estudio de seres vivientes, solo practicaban autopsias.
Los naríes nunca entendieron la forma de pensar de los visitantes. En cambio, diseccionaron sus órganos y los exhibieron en la sala principal de su museo de ciencias. También desarmaron la nave, esa nave tan especial que tenía armas jamás imaginadas. Se regocijaron al saber que los próximos avances de la ciencia los pondrían al nivel de esos seres tan inesperados.
Rubic nunca previó que la misma acción por la que dejó atrás un ciclo de violencia y destrucción en su mundo, sería el primer paso para que esa plaga se extendiera por el resto del universo. Pero esa es otra historia.
(C) Meg
21 marzo, 2020 en 11:28 am
Desde luego, llevamos el mal a todos los rincones del universo. Verdaderamente, el virus es la humanidad. ¿Aprenderemos alguna vez? Me temo que esa será otra historia.
Buen relato para pensar en estos días de incertidumbre, Mirna.
Un abrazo y mucha suerte.
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21 marzo, 2020 en 12:01 pm
Muchas gracias, Bruno. A veces pareciera que somos la plaga del planeta. Lo seremos del universo?
Un abrazo
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21 marzo, 2020 en 11:35 am
Ante lo desconocido, cualquier ser vivo se muestra curioso pero precavido. El ser humano, sea terrícola o de otro planeta, no deja de ser un animal, pero todavía más desconfiado, y ante la incertidumbre no duda en actuar cruelmente, argumentando defensa propia. Me temo que allí donde haya vida inteligente habrá violencia,
Muy bien relato de ciencia-ficción, pero en el que la ficción es muy creíble, je,je.
Un abrazo y suerte.
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21 marzo, 2020 en 12:03 pm
Gracias, Josep. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. No podemos dejar de tener miedo ante lo desconocido. Y hay una frase muy difundida: el que pega primero, pega dos veces. Es lamentable
Un abrazo
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21 marzo, 2020 en 11:43 am
Me ha gustado mucho como has planteado el relato. Un abrazo.
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21 marzo, 2020 en 12:03 pm
Gracias, Mamen. Un abrazo
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21 marzo, 2020 en 2:49 pm
Efectivamente, a veces parece que el ser humano sea siempre la peor de las plagas… Muy buen relato, Mirna. Un beso y mucha suerte.
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21 marzo, 2020 en 3:46 pm
Muchas gracias, Marta. Pronto te estaré leyendo. Mucha suerte. Abrazo
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21 marzo, 2020 en 4:35 pm
Se nota que vivimos tiempos de incertidumbre, pues la mayor parte de los relatos tienden a vaticinar escenarios apocalípticos. Bien nos lo hemos ganado, también hay que decir. El ser humano tiene la desgracia de llevar violencia allí donde pisa, aunque por otro lado también la solidaridad y la empatía forman parte de nuestro ADN, y es la otra cara que vemos estos días. Nos queda cruzar los dedos, ante el futuro y ante el reto del Tintero. Un abrazo y mucha suerte, Mirna.
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21 marzo, 2020 en 4:58 pm
Hola, Jorge. Es cierto, tendemos a vaticinar lo peor, pero quisiera creer que solo lo hacemos como señal de alerta, con la esperanza de que reflexionemos antes de que se de ese escenario en la realidad.
Pronto te leo.
Un abrazo
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21 marzo, 2020 en 5:38 pm
El mito de que los extraterrestres son violentos se ha extendido como un «virus», puesto que según mi modo de comprenderlo, suele obedecer a ese impulso irracional del miedo a lo desconocido.
También en tu original historia, apreciada Mirna, los humanos acaban por despertar sospechas en los naries, debido al armamento que portaban. Esa desconfianza inicial de los terrícolas les llevó al pozo de su destrucción.
Aparte de ser una historia con una interesante trama bien desarrollada, especialmente en su desenlace, también encuentro muy loable su mensaje reflexivo de llamada de atención al ser humano por su errónea actitud y fatales consecuencias.
Muy buen relato que además nos proporciona una estupenda reflexión. De modo que mis felicitaciones, estimada Mirna y deseo que llegues a la final.
Un abrazo.
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21 marzo, 2020 en 9:28 pm
Gracias, Estrella! El miedo es un factor que siempre puede ser peligroso. Si bien el instinto nos manda protegernos, a veces lo hacemos por demás. Como en estos tiempos, que algunos están alcanzando límites con el tema de los contagios. El miedo ayuda a la preservación, pero las conductas agresivas no siempre son buenas.
Un abrazo y prontito te leo.
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22 marzo, 2020 en 3:45 am
Espero que nuestros relatos hagan reflexionar a los que nos lean, porque es cierto el escritor transmite lo que siente,lo que percibe,lo que su voz le guía, en eso de acuerdo contigo Mirna. Felicidades y saludos cordiales desde Venezuela.
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22 marzo, 2020 en 10:14 am
Muchas gracias, perlasnarrativas. Espero que sí. Como dicen por ahí si quieres salvar al mundo salva a una persona. Eso es lo que espero, que solo uno reflexione. Un abrazo
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22 marzo, 2020 en 8:30 pm
También Bradbury en sus historias puso el miedo a lo desconocido en los marcianos, así como la propagación de «pestes morales» de parte de los humanos. Efectivamente, ir con armas no invita a creer en el pacifismo de los visitantes. Muy Buen historia. Felicidades. Un abrazo
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22 marzo, 2020 en 8:35 pm
Muchas gracias, Juana. Espero leerte pronto.
Un abrazo
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23 marzo, 2020 en 8:40 am
Buenos días Mirna.
Un relato apocalíptico, donde las guerras y la violencia cobra protagonismo.
Y la peor de las guerras, las víricas, un enemigo mortal que no vemos.
El párrafo en que describes el paisaje del planeta en el que aterrizaron, es visual y hermoso, con esos dos soles rojo y amarillo.
También has sabido ponerte en el lugar de quienes se sienten invadidos, sus temores, su incertidumbre.
No sé si este relato lo has escrito antes de la que está cayendo, o durante. . Si es así, no me extraña. No es una historia con final feliz, pero…¿qué invasión termina bien?
Espero que estés bien Mirna, hasta pronto y ánimo.
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23 marzo, 2020 en 11:32 am
Gracias, Isabel! El relato lo escribí antes de que comenzara la pandemia y solo refleja una tendencia producto de la destrucción de nuestro planeta.
Espero leerte pronto.
Un abrazo
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23 marzo, 2020 en 5:34 pm
Hola, Raquel.
Me ha gustado eso de mezclar acontecimientos reales de dominación, invasión y guerra. Un repaso histórico de la mano de Bradbury y un planeta que tiene un nombre evocador. El final estupendo con los síntomas del bichito que nos altera la existencia.
Estupenda presentación de una buena idea muy original. Te felicito.
Un saludo.
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23 marzo, 2020 en 6:45 pm
Hola Mirna! Interesante comprobar que ambas civilizaciones se parecen tanto físicamente como en la manera violenta de reaccionar cuando sus individuos se sienten amenazados. Está claro que, ante la duda, ¡cachiporrazo! Entretenida historia y da para pensar. ¡Me ha gustado! Mucha suerte y un abrazo.
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23 marzo, 2020 en 10:37 pm
Muchas gracias, Beri. Siempre se piensa en extraterrestres muy distintos a nosotros. Será así?
Saludos
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24 marzo, 2020 en 10:17 am
Hola Mirna
Un relato bien planteado que trata un tema escamoso.
Los habitantes de ese planeta se nos parecen peligrosamente.
A mi también me ha gustado la descripción del planeta con sus dos soles.
Un abrazo y suerte
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24 marzo, 2020 en 10:31 am
Muchas gracias, Paola. Me alegra que te haya gustado. El tema, como todos los relatos distópicos, es complicado. Un abrazo
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25 marzo, 2020 en 11:01 am
Muy interesante lo de viajar a través de los agujeros de gusano, uno de los clásicos de la ciencia-ficción, que remiten a varios universos paralelos.
Una historia muy bien ambientada y muy creativa en la descripción de ese singular planeta con ese suelo animal, dos soles y tres lunas. Iluminación no les falte a a los naries.
Dramático final para Rubic y su gente, en ese final abierto que invita a imaginar terribles consecuencias.
Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, Mirna
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25 marzo, 2020 en 11:34 am
Muchas gracias, Paco. Un final que espero no sea realidad. Un abrazo
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27 marzo, 2020 en 3:40 pm
Hola, Mirna, muy buen relato, bien contado y con un mensaje claro, llevamos la maldad dentro. Me encantó la descripción de un mundo con varios soles y lunas. Desde que vi la guerra de las galacias que he estado fantaseando con cómo sería lenantarse y disfrutar de dos amaneceres a la vez, con tu relato has vuelto a evocar esa emoción.
Un abrazo, suerte y cuídate.
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28 marzo, 2020 en 12:32 pm
Muchas gracias, Pepe. Ese mundo de dos soles es una de las imágenes que más me gusta del espacio. Las estrellas binarias son hermosas. Suele haber una más grande y otra más chica, puede ser una gigante y una enana. En fin, recuerdos de lecturas de Carl Sagan. Un abrazo
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28 marzo, 2020 en 10:26 pm
Un buen relato. Escritura esmerada con información y niveles de lectura amplios, con posibilidades de continuación. Un detalle a tener en cuenta, la aparición la especie de los NARIES , y su existencia en domos ( así la asociación Nature and Animal Rescue for Injured and Endangered Species – NARIES según sus iniciales). Otro acierto, el agujero de gusano, ese viaje acortando el tiempo para hacer verosímil el relato, y todo ello llevado por un narrador en tercera persona, muy discreto sin intrusiones. En resumen, un trabajo del que se puede sacar enseñanza. Gracias y salud
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28 marzo, 2020 en 10:33 pm
Hola, Barry. Muchas gracias por tu apreciación. La verdad es que el nombre NARIES me vino a la mente sin saber sobre la asociación. ¿Coincidencia? Es un dato que podría tener en cuenta si le doy continuación a la historia. Muchas gracias!!!
Un abrazo
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29 marzo, 2020 en 4:46 pm
Un buen relato sobre el tema a tratar de CIFI. Excelente narración que te hace volar en esa nave del comandante Rubic buscando un lugar espacial antibélico donde vivir en paz. Un placer de lectura que al final te deja ese sabor agridulce.
Suerte en El tintero, Mirna.
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30 marzo, 2020 en 5:03 pm
Muchas gracias, María Pilar. Es un placer dejarse llevar por ese espacio infinito. Y si de ese vuelo surge algo para aprender, tanto mejor.
Un abrazo
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30 marzo, 2020 en 4:52 pm
Me ha encantado como has conducido la historia: nos pusiste la miel en los labios con un planeta verde de dos soles y la espranza de paz, para luego enfrentarnos a la cruda realidad de la desconfianza en los seres y el progreso mal encaminado. He disfrutado la lectura de tu relato, el estilo narrativo es sencillo, sin incidir demasiado en tecnicismos (como a mi me gusta) y además la descripción del nuevo mundo es original.
Un abrazo compañera
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30 marzo, 2020 en 5:04 pm
Muchas gracias, Araceli. Me alegra que hayas disfrutado la lectura. Para quien escribe es el mejor regalo. Un abrazo
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31 marzo, 2020 en 11:38 pm
Hola, Mirna. El virus de la desconfianza se alió al final con el de la violencia augurando pocas alegrías, lo que no quita para que tu relato sea elegante y entretenido. Me ha gustado, compañera, gracias por compartirlo.
Te deseo suerte en el concurso y te envío un fuerte abrazo, virtual, que no conlleva riesgo alguno en estos tiempos de zozobra.
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1 abril, 2020 en 1:56 am
Hola, Patxi. Es cierto, el virus de la desconfianza muta en el de la violencia. Ojalá hubiera algo para evitarlo, alguna vacuna o un medicamento. O tal vez, algún tipo de ejercicio de relajación que permita a todos serenarse y confiar un poco más.
Mucha suerte a tí también. Un abrazo y esperemos mejores tiempos.
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1 abril, 2020 en 11:28 am
Hola compañera, no nos quitamos el ver este mal, ni antes de que viniera ni ahora que está aquí. Tu relato tiene esa historia, con esa nueva gente, otra galaxia, pero un mismo trasfondo. No tenemos remedio. Me quedo con tus dos lunas. Un abrazo Mirna.
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1 abril, 2020 en 11:46 am
Hola, Eme. No quiero ser tan negativa. Solo aspiro a que hagamos un cambio antes de llegar a eso, para que logremos disfrutar de esas dos lunas.
Un abrazo
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1 abril, 2020 en 6:29 pm
Es desesperante comprobar que la primera lección que aprende cualquier ser vivo inteligente es las reglas de destrucción. ¿Es innato o esta escrito en los genes?
Casi que prefiero que no vengan seres del espacio, los diseccionaríamos antes de intentar comunicarnos con él.
Un interesante relato.
Abrazo y mucha suerte.
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1 abril, 2020 en 9:29 pm
Sí, Francisco, creo que es parte de la programación biológica. Huir o enfrentar. Pero creo que allí es donde debería asomar la inteligencia, para discernir cuándo hacerlo y cómo. Es muy interesante, quizás dentro del campo de la psicología. Yo solo me limito a percibir apenas un poco del problema.
Un abrazo
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2 abril, 2020 en 7:38 pm
Muy buenas Mirna,
Me ha parecido un relato realmente brillante de principio a fin. Me ha mantenido enganchado en todo momento. El argumento, además, es genial. Una pena que al final el grupo no consiguiera vivir pacíficamente con los naríes… Seguramente hubiera sido todo un descubrimiento para ellos estudiar las diferentes culturas humanas ¡Enhorabuena por el trabajo y mucha suerte en el Tintero!
Un saludo.
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2 abril, 2020 en 10:22 pm
Muchas gracias, Ulises! Me alegra que te haya enganchado. Hubiera sido mejor un final feliz, pero, quien sabe…
Un abrazo
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5 abril, 2020 en 12:34 pm
Hola, Mirna. Me ha gustado mucho esta historia diferente. Generalmente colocamos a los aliens como seres superiores, muy adelantados, y tú los has puesto un poco más simples, que no conocían las armas y tenían un sistema pacífico de «adormecimiento mortal». Me recuerda a una historia que leí de pequeña donde estaba «el árbol de la muerte», quien se dormía bajo sus ramas no despertaba.
Muy bonita e imaginativa historia, te deseo la mejor de las suertes en el Tintero.
Dos besos a la distancia.
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5 abril, 2020 en 12:39 pm
Hola, Carla. Muchas gracias. Casi siempre se piensa en los aliens como seres superiores, tal vez porque imaginamos que tienen la tecnología para venir en sus platillos voladores. Como no hay pruebas suficientes de que esos platillos realmente existieran, he pensado que quizás no están tan desarrollados. Y además, pueden tener otro tipo de «tecnología», elementos de la naturaleza que funcionan con una lógica distinta a la que conocemos.
Un abrazo y suerte para tí también.
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5 abril, 2020 en 2:41 pm
Hola, Mirna: Aplausos para tu excelente relato. Desde la desconfianza, el miedo y el afán de someter lo desconocido, se desenvuelve el hilo narrativo. Muy bonitas y precisas descripciones, Buena base de información y reflexión; (no sé mucho, yo misma, pero me parece que vos, sí). En el comentario a Carla, me impactó tu punto de vista sobre la supremacía de los aliens. Suerte en el concurso.
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5 abril, 2020 en 3:02 pm
Muchas gracias, Beba! Me hace muy feliz que te haya gustado. La verdad es que no medité mucho sobre si podría o no haber aliens menos adelantados tecnológicamente. Solo surgió en la historia. Y pensándolo ahora, por qué no? Quizás esa tecnología sea de otro tipo. Tal vez tengan otros sentidos desarrollados.
Un abrazo y mucha suerte para vos también.
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5 abril, 2020 en 6:32 pm
Parece ser que vivimos en un bucle continuo de virus, guerras y destrucción. Mucha suerte en el Tintero, Beba. Un abrazo.
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5 abril, 2020 en 6:33 pm
Perdón, he leído el comentario de arriba y me he liado. Beba no, ¡Miren!
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5 abril, 2020 en 7:07 pm
No hay problema, Beatriz! Un gusto que andes por aquí. Gracias!
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7 abril, 2020 en 12:30 pm
Hola, MIrna. Espero que si alguna vez descubrimos un planeta habitable, sus habitantes nos reciban de mejor manera. Es cierto, como te han comentado, que el miedo a lo desconocido aumenta el recelo hacia los intrusos. Me han gustado las descripciones del planeta de los naries, con esos dos soles que harían las delicias de los veraneantes terrícolas. Muy buen relato. Un abrazo y suerte en el Tintero.
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7 abril, 2020 en 1:44 pm
Muchas gracias, José. Creo que lo más importante es no alimentar el miedo a lo desconocido. Si bien saber anticipadamente cómo se comportarán los otros, en este caso extraterrestres, es casi imposible, la idea de la historia es que no se abra el paraguas antes de tiempo.
Un abrazo
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