Retratos – La despedida
Hola, amigos
Con esta entrada se cierra un ciclo de Retratos de la vecindad. Espero les hayan gustado.
El año próximo traerá nuevas historias.
La viejita del cuarto del fondo se va. Se lleva con ella cinco años de amistad con las vecinas. Años signados por charlas en el patio, alegrías compartidas, penurias para llegar a fin de mes, comentarios a espaldas de alguna y protestas frente a frente con otras.
El vecindario va a quedar repleto de vida, porque la viejita tenía muchas plantas y decidió dejarlas allí para que no sufran con el cambio. Todas las mañanas las regaba y abonaba con borra de té o de café. Así se ganó el apodo “dedo verde” ya que donde ponía una ramita, nacía un nuevo brote. Y su obra es lo primero que se ve al entrar a la pensión: largos lazos verdes en un derrotero enrulado sobre las paredes que parece querer llegar al cielo. Ella, antes de marcharse, designó a una de las chicas para mantener su legado. Sabe que la recordarán cada vez que vean hacia la pared.
Algunas vecinas se asoman a la pieza, al ver el colchón en la puerta, a la espera del flete. Algunas palabras amables y muchos deseos de felicidad futura acompañan a la curiosidad que desborda en sus caras. Quieren saber qué cosas tenía la inquilina, qué se lleva y qué dejará. No es que anden a la caza de recuerdos, es que, a veces, lo que unos desechan, otros valoran y no están los tiempos para desperdiciar cosas que todavía son útiles.
La mañana sería fructífera para todas. Unas vecinas salen del cuarto de la viejita con frasquitos de té, harina, fideos, convenientemente rotulados. Otras se llevan, en premio a sus atenciones, un balde, una olla o una prenda para el frío.
Y la viejita se va. Se la llevan a vivir a otro lado. Necesita un poco más de cuidados, ya no puede vivir sola. Aunque nunca se sintió sola, allí, en medio de tanta algarabía. Pero ya no alcanza con las sonrisas, las charlas y alguno que otro mandado. Así es que se despide y mira hacia adelante un poco entristecida.
Las vecinas la saludan desde el patio. Algunas piensan ojalá yo tuviera un familiar con quien irme a vivir. Pero la vida es como es, con sus recompensas y sus faltas. Y se van a la cocina remolcando futuros en voz baja. Hoy toca fideos con un poco de salsa. La que pica se excusa: no estoy llorando, ¿no ven que es por la cebolla?
21 diciembre, 2019 en 9:12 am
Qué relato tan bonito. Amistad y ternura entre las inquilinas mayores de una pensión que ha sido el hogar de la protagonista durante años. Los cambios, a una edad avanzada, suelen ser un poco traumáticos, pues se dejan atrás muchas experiencias que se convierten en recuerdos. Lo importante es que el nuevo destino de esa viejita no sea una cárcel en forma de residencia geriátrica impersonal sino un hogar familiar donde la puedan cuidar con carño hasta el resto de sus días.
Me ha encantado leer esta historia que has narrado con tu habitual pericia.
Un abrazo y que pases unas felices fiestas.
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21 diciembre, 2019 en 2:07 pm
Muchas gracias, Josep. Es cierto, quise terminar esta serie de retratos con un final feliz. Es lo menos que se merecen. La vida debería recompensar a las personas a medida que se acerca el final.
Gracias por tu apoyo a este blog que intenta entretener y dar alegría.
Felices Fiestas
Un abrazo
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24 diciembre, 2019 en 8:09 am
¡Hola, Mirna! Con qué retrato más lindo despides el año. Dulce y amargo, como la vida misma. Mezclando la alegría que esa anciana regalaba a la comunidad y con ese punto, y casi final, que nos muestra que el camino de la misma ya atisba la línea de meta.
Aprovecho para desearte unas maravillosas navidades y un 2020… iba a decirte repleto de musas, pero es que creo que tú las tienes todas, ja, ja, ja, Me tiene asombrado tu capacidad creativa y ritmo de publicaciones con historias tan variadas y completas. Así que te deseo que para el 2020 las musas sigan habitando tu mente creativa. ¡Un fuerte abrazo!!
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24 diciembre, 2019 en 12:42 pm
Muchas gracias, David! Las musas van y vienen, nunca se las tiene seguras. A veces están ayudadas por propuestas y retos que gente como tú se encarga de hacer. En eso debo agradecerte yo a vos, porque El tintero de oro ha sido una fuente de incentivos.Un gran año para vos también, que seguro lo será porque esta temporada te has lucido aún más si se puede. Un abrazo!
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