Lucha interminable

Jasir está desvelado. Eso le permite disfrutar de una de las maravillas de la vida. Escuchar los rumores de la noche en la sabana africana. No es que el espectáculo sea solo para privilegiados. Solo que las labores del día son tan agotadoras que uno cae rendido en su catre en cuanto el sol se oculta. Pero Jasir no descansa bien, algo lo preocupa…

La noche es buena con todos, humanos y animales. Les permite recuperar fuerzas, refrescarse. Una manada de elefantes descansa con sueño paquidérmico junto a una laguna. Los leones no son su único problema. Unos cazadores han estado rondando la manada. Pero la noche se mantiene calma y las “bestias” se estiran, se relajan y duermen.

La mañana trae un par de disparos que rompen el rojo del horizonte. Y las bandadas se espantan de inmediato. Los ñus se quedan petrificados y los elefantes giran sus cabezas. Los disparos provienen del puesto de control. Alguien creyó ver un jeep no autorizado y quiso prevenir a los animales. Sin embargo los cazadores no se dejan ver fácilmente. Siguen agazapados. Han matado a un par de gacelas sin hacer espamento. Y ahora envenenan su cuero y su carne. Están preparándose para el gran golpe. Los buitres no se demoran. Apenas huelen sangre van acercándose como invitados a un banquete. No tardarán mucho en caer en la trampa. Los cazadores van atando cabos. Primero las gacelas. Después los buitres y más tarde caerán los animales mayores. Y sin buitres… ¿quién los va a delatar?

En el puesto de control del parque Jasir siente que algo anda mal. Sale y otea el horizonte. Trata de olfatear. No se ve nada, pero su olfato no miente. Se dispone a su ronda diaria y toma sus elementos para salir.

A poco de andar ve una pequeña polvareda. Eso podría haberlo generado una manada de gacelas que saliera espantada. Pero no lo cree así. Su lucha contra los cazadores viene de larga data y se da cuenta de que eso lo generó un jeep.

Jasir continúa su ronda. La sabana es tan extensa que se hace imposible controlar cada rincón. Así es que va muy atento, siempre esforzando la vista. Unas cebras se detienen a mirarlo como cada mañana. Él sabe que no correrán, ya lo conocen.

A poco de andar descubre el asesinato múltiple. Los buitres. Ya sabe cómo continúa la historia. Entonces se vuelve. Va a buscar refuerzos. En breve iniciará la lucha del hombre contra el hombre. Los cazadores no deben salirse con la suya. Reúne a algunos más y salen todos formando un cordón.

Los cazadores los han visto. Tienen a un elefante en la mira, uno de grandes colmillos. Dudan. Miden la distancia de esa polvareda generada por los guardaparques. Finalmente guardan sus armas y huyen.

Jasir sabe que ha ganado una batalla, pero también sabe que su lucha no termina ese día. El hambre de dinero es más fuerte que la del estómago.

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